Historia
El Rímac es uno de los lugares más antiguos, históricos y tradicionales de Lima. Se encuentra ubicado al norte, en la ribera opuesta al río Rímac si se mira desde la Plaza de Armas de Lima.
Ëpoca Prehispánica
Ëpoca Prehispánica
La presencia de pobladores en la época prehispánica está evidenciada en el llamado Templo La Florida, una construcción en forma de U que tuvo, posiblemente, un uso religioso. Hoy sólo queda el montículo principal, destruido por el avance del urbanismo.
A la llegada de los españoles, el valle de Lima se encontraba organizado en curacazgos, por disposición del Inca Pachacútec, que conquistó el lugar entre 1460 y 1470. En donde hoy se encuentra el distrito rimense existía el curacazgo de Amancaes, cuya población se dedicaba a la recolección de camarones en el río.
El curacazgo de Amancaes, como el de Límac (Lima) se complementaban políticamente bajo el dominio de los incas. El curacazgo de Limac estaba gobernado por Taulichusco el Viejo, y el de Amancaes por el curaca Caxa Paxa, quien residía casi permanentemente en el Cusco por ser siervo de la corte real del inca Huayna Cápac, por lo cual Taulichusco se dedicaba también a la administración de Amancaes. Ambos curacazgos, al igual que los otros del valle de Lima eran tributarios del curaca Llacsaguayla, principal de Pachacámac, que a su vez era dependiente del Sugoyoc del Chinchaysuyo, una de las cuatro partes del Tahuantinsuyo.
En tiempos prehispánicos, el Rímac era una zona de cruce obligatorio en la ruta de norte a sur, ya que formaba parte del gran Camino Inca. Los españoles encontraron en el lugar un puente de sogas que reemplazaron por uno de madera y el cual, años después, fue convertido en el famoso Puente de Piedra de la actualidad.
Época Colonial
A la llegada de los españoles, el valle de Lima se encontraba organizado en curacazgos, por disposición del Inca Pachacútec, que conquistó el lugar entre 1460 y 1470. En donde hoy se encuentra el distrito rimense existía el curacazgo de Amancaes, cuya población se dedicaba a la recolección de camarones en el río.
El curacazgo de Amancaes, como el de Límac (Lima) se complementaban políticamente bajo el dominio de los incas. El curacazgo de Limac estaba gobernado por Taulichusco el Viejo, y el de Amancaes por el curaca Caxa Paxa, quien residía casi permanentemente en el Cusco por ser siervo de la corte real del inca Huayna Cápac, por lo cual Taulichusco se dedicaba también a la administración de Amancaes. Ambos curacazgos, al igual que los otros del valle de Lima eran tributarios del curaca Llacsaguayla, principal de Pachacámac, que a su vez era dependiente del Sugoyoc del Chinchaysuyo, una de las cuatro partes del Tahuantinsuyo.
En tiempos prehispánicos, el Rímac era una zona de cruce obligatorio en la ruta de norte a sur, ya que formaba parte del gran Camino Inca. Los españoles encontraron en el lugar un puente de sogas que reemplazaron por uno de madera y el cual, años después, fue convertido en el famoso Puente de Piedra de la actualidad.
Época Colonial
Con la llegada de los españoles, el Rímac continuó siendo un lugar de nativos, pero en 1563 estalló una epidemia de lepra entre los esclavos africanos. Un español piadoso, Antón Sánchez, construyó la iglesia y el hospital de leprosos de San Lázaro en el actual Jirón Trujillo. Con el tiempo, este lugar se convirtió en el centro de las casas huertas.
Época Republicana
Época Republicana
A mediados del siglo XX se comienza a definir el carácter popular del distrito, con la construcción de viviendas multifamiliares.
Entre 1920 y 1940 se observa un crecimiento y expansión a causa de la gran cantidad de migrantes venidos para ocupar las plazas laborales creadas a raíz de la industrialización y modernización de Lima. Los nuevos espacios de vivienda son las quintas, corralones, callejones y solares.
En 1950 surgen los asentamientos humanos en los cerros y luego aparecen las urbanizaciones para los sectores medios de la población.
Creación política
Entre 1920 y 1940 se observa un crecimiento y expansión a causa de la gran cantidad de migrantes venidos para ocupar las plazas laborales creadas a raíz de la industrialización y modernización de Lima. Los nuevos espacios de vivienda son las quintas, corralones, callejones y solares.
En 1950 surgen los asentamientos humanos en los cerros y luego aparecen las urbanizaciones para los sectores medios de la población.
Creación política
Pese a ser un lugar milenario y de haber sido uno de los centros de la Colonia, la creación política del Rímac como distrito se realizó recién el 2 de febrero de 1920, mediante Decreto Supremo suscrito por el gobierno de Augusto B, Leguía.
El documento estableció sus linderos de la siguiente manera:
El documento estableció sus linderos de la siguiente manera:
Por el norte, la línea de cresta de cerros comprendida entre el San Cristóbal, Amancaes y su continuación;
Por el sur, el lecho y margen derecha del río Rímac;
Por el este, el sitio conocido con el nombre de Piedra Lisa,
Y por el oeste, el lugar denominado Repartición, en la bifurcación de las carreteras de Canta y Piedra Lisa.
Área geográfica
El actual distrito del Rímac se extiende sobre un área de 13 Km. 2 y su población es de unos 200 mil habitantes. Sus límites, hoy, son con el distrito de Independencia, por el norte; el Cercado de Lima, por el sur; el distrito de San Juan de Lurigancho, por el este, y con San Martín de Porres por el oeste.
Primer alcalde
Primer alcalde
Luego de la creación del distrito en 1920, el primer alcalde fue don Juan Bautista Nicolini Ballentini, quien inició su trabajo en una casona alquilada en el Jirón Trujillo, hasta que, el 31 de diciembre de 1937, el alcalde Dr. Augusto Thorndike inauguró el local propio que permanece hasta hoy en el parque Juan B. Nicolini.
PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD
El distrito del Rímac cuenta con un importante patrimonio histórico monumental –prehispánico, colonial y republicano- y forma, con el Centro Histórico de Lima, el Patrimonio Cultural de la Humanidad, declarado por la UNESCO en 1992. El Rímac posee el 40 por ciento del área monumental del Centro Histórico de la capital.
Iglesia de San Lázaro
Ubicada en el Jr. Trujillo, en la Plazuela del mismo nombre. La Plazuela fue inaugurada el 23 de abril de 1563, y con este hecho se inició la vida colonial del barrio bajopontino de la capital. Poco tiempo antes, había estallado en Lima una epidemia de lepra entre esclavos, lo que hizo que muchos fueran abandonados por sus amos. Solos y sin ayuda, la mayoría escapó a ocultarse entre la vegetación y los árboles que había al otro lado del río. Un español devoto, Antón Sánchez, adquirió los terrenos y fundó la Iglesia y el leprosorio, para atender en este lugar a los esclavos e indígenas que sufrieran ese mal. Y lo llamó San Lázaro, por el personaje de la parábola del Evangelio.
La fachada de la Iglesia posee (¿?) una portada de piedra y un altorrelieve de bronce que representa al pobre Lázaro y al rico epulón (¿?) de la parábola. Además, luce una torre con campanario y un balcón de la época republicana en su esquina izquierda.
En el año de 1604 la Iglesia fue convertida en viceparroquia, y el 21 de noviembre de 1736 en la Parroquia del suburbio del Rímac.
Debido a los terremotos, tuvo dos reconstrucciones importantes. La primera, entre 1586 y 1587 y la segunda en 1746, ambas con el esfuerzo de los vecinos.
Párroco: Luis Valderrama
El Jirón Trujillo
Es la calle principal y de mayor riqueza tradicional del distrito bajopontino. Su trazado se debió al virrey García Hurtado de Mendoza, en 1590. En esta calle se edificaron las primeras casas de los españoles que decidieron vivir al lado norte (¿?) del río. A fines del siglo XVI, el nuevo poblado ya contaba con 600 casonas levantadas por los españoles. En el año de 1630, las viviendas de hispanos eran unas dos mil. En esos años, el Jirón Trujillo comenzaba en el Puente de Piedra y terminaba en la Plaza San Lázaro. A causa del terremoto de 1746, la mayoría de las casas edificadas en el jirón se derrumbaron, quedando apenas unos solares en pie, así como la Iglesia de la Virgen del Rosario, la más pequeña del Perú y América.
El Puente de Piedra
En 1554 el conquistador Francisco Pizarro ordenó reemplazar el primitivo puente construido por los nativos por otro de madera.
Es una de las construcciones más sólidas que dejó la arquitectura colonial. Fue edificado en 1590 por el noveno virrey, García Hurtado de Mendoza, quien vio la posibilidad de ampliar la ciudad hacia el otro lado del río. Al puente y a la nueva vía que abrió los denominó Camino Real a Trujillo, en honor a su ciudad natal en España.
El virrey Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros –quien llegó a Lima en 1607-, decidió reedificarlo al año siguiente. Por idea del “maestro de grandes fábricas”, Juan del Corral, se mejoró sus bases, acoplando siete soportes de piedra en forma de arcos, y colocó siete barandales del mismo material. Tenía 88 m. de largo por 14 m. de ancho, y 7.5 de altura. Estaba sostenido por pilares en forma de proas, para darle mayor resistencia ante las fuertes corrientes de agua del Rímac.
Una construcción en forma de arco, obra del mismo maestro Juan del Corral, adornaba la entrada del puente. Este conjunto arquitectónico fue destruido en 1890 por un incendio.
Iglesia de la Virgen del Rosario
Ubicada en el Jr. Trujillo, en la cuadra 2, es considerada la Iglesia más pequeña del mundo, aunque por sus dimensiones puede ser confundida con una capilla. Tiene 36 m 2 de área (8 m de largo por 4.5 m de ancho).
Construida a mediados del siglo XVII, en el mismo lugar en donde existió un tambo. Como allí se rendía culto a una imagen de la Virgen del Rosario, el español González de Mendoza, que había adquirido en el lugar varias propiedades, construyó su casa pero sin destruir el centro de culto, al que convirtió en capilla particular, aunque le colocó una puerta de calle, respetando la devoción de los fieles.
Soportó el terremoto de 1746, que destruyó Lima, y posteriormente debió ser reconstruida varias veces a causa de los terremotos. La última más importante fue en 1896, por Nicolás H. Rodríguez (¿?).
Las razones que hacen que sea considerada una iglesia es que no sólo tiene un altar, sino también tiene un lugar para el coro, en la parte superior trasera, y contaba con un púlpito para la predicación del sacerdote que oficiaba la misa.
Su capacidad es para 35 personas sentadas. Su altar es de madera tallada y su techo, abovedado, es también de madera, con las imágenes talladas del Sol, la Luna, entre otras figuras. Tiene cuadros de valor artístico, como el de la Virgen del Rosario, e imágenes raras como el del Niño de las Ánimas Benditas, además de los santos limeños, entre ellos Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres.
Depende de la administración de la Iglesia de San Lázaro.
La Cruz del Cerro San Cristóbal
La leyenda dice que un año después de fundada la ciudad de Lima, en 1536, Francisco Pizarro y los españoles asentados en el valle del Rímac, que apenas eran unos 500, debieron enfrentar el alzamiento de unos 25 mil nativos que estaban decididos a acabar con la presencia de los hombres barbados. Como los enardecidos indígenas, armados sólo con garrotes y hondas, venían del norte, debían cruzar necesariamente el río Rímac, pero los españoles con sus armas impidieron este objetivo. Entonces, se apostaron en el cerro. La mañana del 14 de setiembre, día en que los españoles conmemoraban la fiesta de la Exaltación de la Cruz, los nativos se retiraron sin ninguna razón aparente. Los españoles atribuyeron este hecho a un milagro de San Cristóbal. Como homenaje y reconocimiento a la protección brindada, los españoles realizaron una romería hacia la cumbre del cerro, lo denominaron San Cristóbal y construyeron una capilla. Luego colocaron una enorme cruz de madera. De esta manera propiciaron en la población la costumbre de visitar la cumbre del cerro cada año. El terremoto de 1746 destruyó la capilla, pero esto no impidió que el pueblo continuara con su devoción.
Años más tarde, se construyó alrededor del cerro un camino en espiral para facilitar el ascenso, y se colocaron, cada cierto tramo, siete cruces, que servían de guía para saber la distancia por recorrer.
La cruz de madera, de aproximadamente 7 m. de alto estuvo instalada en la cumbre del cerro hasta mediados del siglo XIX. En 1869, el presidente José Balta realizó una serie de obras que embellecieron Lima y el distrito del Rímac. Decidió entonces cambiar la antigua cruz de madera por otra con estructuras de fierro. La obra fue muy celebrada por los limeños, pero sólo permaneció seis décadas, pues en 1928, el presidente Augusto B. Leguía, en una conversación con el sacerdote español Francisco Aramburú, párroco de la Iglesia y Convento de los Descalzos, se enteró de que su interlocutor había soñado que veía desde su celda a la cruz del San Cristóbal iluminada. Ordenó entonces el presidente la construcción de una cruz de 20 m. de alto, que tendría potentes focos para que, de noche, fuera visible desde cualquier punto de Lima. Fue inaugurada el 23 de diciembre de 1928.
El Monorriel del Cerro San Cristóbal
La pendiente de más de 400 m. del Cerro San Cristóbal eran en tiempos antiguos un esfuerzo considerable para los peregrinos. Durante siglos, muchos buscaron la manera de hacer menos sufrible la subida al mirador más alto de Lima.
A mediados del siglo XX, surgió el proyecto de instalar un funicular o sistema de monorriel. Un cable, sostenido por dos torres, permitía el ascenso de un portasillas de fierro, en el que cabían seis personas cómodamente sentadas.
Lamentablemente, el alto costo de su construcción y de su mantenimiento, sumados a la poca demanda del público hicieron que desapareciera. Sólo estuvo en funcionamiento tres años.
Convento de los Padres Franciscanos Descalzos
Ubicado al final de la Alameda de los Descalzos, su construcción se inició hacia 1592, por iniciativa del lego franciscano Fray Andrés Corzo, como casa de recolección, al pie del cerro San Cristóbal. En 1596 se construyó una capilla llamada Nuestra Señora de los Ángeles, hoy convertida en parroquia. Su primer guardián fue San Francisco Solano, en 1602. Fue reconstruida en 1748.
Las Rejas y Estatuas de la Alameda de los Descalzos
Durante las celebraciones de Fiestas Patrias, en el año de 1848, se reinauguró el Paseo de los Descalzos, construido por el Marqués de Montesclaros en 1611. Esa reinauguración la hizo el presidente Ramón Castilla. Las obras incluían la colocación de una reja perimétrica que era una verdadera obra de arte en la que intervinieron más de cuarenta herreros y artesanos hábiles en el manejo del fierro fundido y forjado. El resultado fue una extensa pieza de cientos de metros de fierro entrelazado, sólida y extensa, hecha a mano y a golpes de martillo. Los remaches sustituyeron a la soldadura que utilizamos hoy. Además de embellecer la Alameda, el cerco tenía como función proteger las hermosas esculturas de mármol de Carrara, hechas en Italia. Estas estatuas representan a los doce signos del Zodíaco. A lo largo de la Alameda se colocaron bancas y maceteros. A la entrada se colocó también una hermosa reja con columnas en las cuales se colocaron imágenes de mármol, semejando la entrada principal del Parque El Retiro, de Madrid.
Al final del paseo se colocó una hermosa fuente de bronce, que desapareció poco después, colocándose en su reemplazo una de cemento.
Convento de Nuestra Señora del Patrocinio
Inició su construcción el padre Francisco Villagómez, sacerdote limeño, como oratorio de San Felipe Nierin. Posteriormente fue casa de recogimiento para mujeres, con el actual nombre, y se levantó un templo a partir del 4 de agosto de 1688.
Fue reedificado en 1754 por Juan José de Aspur. En este lugar, el beato español Fray Juan Masías trabajó como portero y cuidando cerdos en los alrededores. Se conserva una silla de su propiedad a la que se atribuyen poderes milagrosos.
Se encuentra al lado derecho de la Alameda de los Descalzos, en donde destaca su fachada de estilo barroco.
Iglesia de Santa Liberata
Se construyó entre 1714 y 1716, por disposición del Virrey Fray Diego Ladrón de Guevara, a raíz de que allí se encontraron las hostias de un cáliz que el joven Fernando Hurtado de Quesada había robado de la Parroquia del Sagrario, de la Catedral de Lima, en 1711. Las obleas fueron encontradas por el niño esclavo Tomás de Moya y esto le valió su libertad. El altar se encuentra en el mismo lugar en donde se encontraron las hostias. En este templo se guardan las andas del Señor Crucificado del Rímac, patrono del distrito.
La iglesia está ubicada al lado izquierdo de la Alameda de los Descalzos, destacando su fachada en estilo lineal y su torre central.
Convento de Nuestra Señora de Copacabana
Empezó como una ermita en 1619, sin embargo, desde 1591, los indígenas del Rímac ya contaban con una imagen de esta Virgen cuya veneración empezó en el altiplano boliviano. El terremoto de 1687 destruyó la ermita, pero no dañó la imagen, por lo que posteriormente se levantó en el lugar el templo, con apoyo del Virrey Duque de la Palata.
En 1691 se construyó un beaterio anexo para mujeres indígenas nobles. Se encuentra en la cuadra 4 del Jirón Chiclayo.
Pampas de Amancaes
Una de las fiestas más grandes de Lima que impuso la Colonia en Lima fue la de San Juan, que se celebraba cada 24 de junio. Las Pampas de Amancaes, en el Rímac, eran el escenario natural más bello del valle porque a mitad de año lucían cubiertas por el color amarillo de la flor de Amancaes, que crecía de manera silvestre.
La población de Lima, de toda condición social, se volcaba a las pampas, participando en bailes a los que se llevaba todo tipo de comidas y bebidas. Hasta mediados del siglo XX se celebró esta fiesta en la capital. En los años de la República se organizaban concursos folklóricos, y las jaranas criollas eran interminables. El avance del urbanismo acabó con esta tradición.
El Viejo Puente de Palo
En los antiguos tiempos de la Colonia y hasta los primeros años de la República, en la primera cuadra del Jirón Rufino Torrico (antigua calle Arica) se extendía sobre el río Rímac un angosto puente con columnas y pilares de madera, que los limeños utilizaban para cruzar hacia el barrio de Malambo, ubicado en lo que hoy es la avenida Francisco Pizarro, pasando por la calle del Boquerón.
El puente fue trazado en forma diagonal para que pudiera resistir las fuertes correntadas del río. Fue escenario de innumerables anécotas. Desde allí los jóvenes palomillas se lanzaban a las aguas del Rímac, en competencias que muchas veces terminaban en hechos lamentables. Sus columnas también eran utilizadas por los camaroneros, que se aseguraban a ellas para sacar este marisco de las aguas.
Junto a la entrada del puente, en Arica, se encontraba la Estación de la Palma, del ferrocarril Lima – Ancón. Los pilares de fierro del puente de este ferrocarril servían de apoyo al Puente de Palo.
En ese lugar se encontraba el colegio Santo Tomás de Aquino y la Estación Principal de Energía Eléctrica que abastecía a los tranvías.
A media cuadra del Puente de Palo, en la calle Manito (primera cuadra de la actual avenida Tacna), se instalaban los circos y juegos mecánicos que llegaban a la ciudad.
El puente fue derribado para dar paso a la construcción del Puente Santa Rosa, inaugurado en 1960. Los pilares y columnas del viejo puente permanecieron hasta 1995, cuando fueron sacados en su totalidad.
PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD
El distrito del Rímac cuenta con un importante patrimonio histórico monumental –prehispánico, colonial y republicano- y forma, con el Centro Histórico de Lima, el Patrimonio Cultural de la Humanidad, declarado por la UNESCO en 1992. El Rímac posee el 40 por ciento del área monumental del Centro Histórico de la capital.
Iglesia de San Lázaro
Ubicada en el Jr. Trujillo, en la Plazuela del mismo nombre. La Plazuela fue inaugurada el 23 de abril de 1563, y con este hecho se inició la vida colonial del barrio bajopontino de la capital. Poco tiempo antes, había estallado en Lima una epidemia de lepra entre esclavos, lo que hizo que muchos fueran abandonados por sus amos. Solos y sin ayuda, la mayoría escapó a ocultarse entre la vegetación y los árboles que había al otro lado del río. Un español devoto, Antón Sánchez, adquirió los terrenos y fundó la Iglesia y el leprosorio, para atender en este lugar a los esclavos e indígenas que sufrieran ese mal. Y lo llamó San Lázaro, por el personaje de la parábola del Evangelio.
La fachada de la Iglesia posee (¿?) una portada de piedra y un altorrelieve de bronce que representa al pobre Lázaro y al rico epulón (¿?) de la parábola. Además, luce una torre con campanario y un balcón de la época republicana en su esquina izquierda.
En el año de 1604 la Iglesia fue convertida en viceparroquia, y el 21 de noviembre de 1736 en la Parroquia del suburbio del Rímac.
Debido a los terremotos, tuvo dos reconstrucciones importantes. La primera, entre 1586 y 1587 y la segunda en 1746, ambas con el esfuerzo de los vecinos.
Párroco: Luis Valderrama
El Jirón Trujillo
Es la calle principal y de mayor riqueza tradicional del distrito bajopontino. Su trazado se debió al virrey García Hurtado de Mendoza, en 1590. En esta calle se edificaron las primeras casas de los españoles que decidieron vivir al lado norte (¿?) del río. A fines del siglo XVI, el nuevo poblado ya contaba con 600 casonas levantadas por los españoles. En el año de 1630, las viviendas de hispanos eran unas dos mil. En esos años, el Jirón Trujillo comenzaba en el Puente de Piedra y terminaba en la Plaza San Lázaro. A causa del terremoto de 1746, la mayoría de las casas edificadas en el jirón se derrumbaron, quedando apenas unos solares en pie, así como la Iglesia de la Virgen del Rosario, la más pequeña del Perú y América.
El Puente de Piedra
En 1554 el conquistador Francisco Pizarro ordenó reemplazar el primitivo puente construido por los nativos por otro de madera.
Es una de las construcciones más sólidas que dejó la arquitectura colonial. Fue edificado en 1590 por el noveno virrey, García Hurtado de Mendoza, quien vio la posibilidad de ampliar la ciudad hacia el otro lado del río. Al puente y a la nueva vía que abrió los denominó Camino Real a Trujillo, en honor a su ciudad natal en España.
El virrey Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros –quien llegó a Lima en 1607-, decidió reedificarlo al año siguiente. Por idea del “maestro de grandes fábricas”, Juan del Corral, se mejoró sus bases, acoplando siete soportes de piedra en forma de arcos, y colocó siete barandales del mismo material. Tenía 88 m. de largo por 14 m. de ancho, y 7.5 de altura. Estaba sostenido por pilares en forma de proas, para darle mayor resistencia ante las fuertes corrientes de agua del Rímac.
Una construcción en forma de arco, obra del mismo maestro Juan del Corral, adornaba la entrada del puente. Este conjunto arquitectónico fue destruido en 1890 por un incendio.
Iglesia de la Virgen del Rosario
Ubicada en el Jr. Trujillo, en la cuadra 2, es considerada la Iglesia más pequeña del mundo, aunque por sus dimensiones puede ser confundida con una capilla. Tiene 36 m 2 de área (8 m de largo por 4.5 m de ancho).
Construida a mediados del siglo XVII, en el mismo lugar en donde existió un tambo. Como allí se rendía culto a una imagen de la Virgen del Rosario, el español González de Mendoza, que había adquirido en el lugar varias propiedades, construyó su casa pero sin destruir el centro de culto, al que convirtió en capilla particular, aunque le colocó una puerta de calle, respetando la devoción de los fieles.
Soportó el terremoto de 1746, que destruyó Lima, y posteriormente debió ser reconstruida varias veces a causa de los terremotos. La última más importante fue en 1896, por Nicolás H. Rodríguez (¿?).
Las razones que hacen que sea considerada una iglesia es que no sólo tiene un altar, sino también tiene un lugar para el coro, en la parte superior trasera, y contaba con un púlpito para la predicación del sacerdote que oficiaba la misa.
Su capacidad es para 35 personas sentadas. Su altar es de madera tallada y su techo, abovedado, es también de madera, con las imágenes talladas del Sol, la Luna, entre otras figuras. Tiene cuadros de valor artístico, como el de la Virgen del Rosario, e imágenes raras como el del Niño de las Ánimas Benditas, además de los santos limeños, entre ellos Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres.
Depende de la administración de la Iglesia de San Lázaro.
La Cruz del Cerro San Cristóbal
La leyenda dice que un año después de fundada la ciudad de Lima, en 1536, Francisco Pizarro y los españoles asentados en el valle del Rímac, que apenas eran unos 500, debieron enfrentar el alzamiento de unos 25 mil nativos que estaban decididos a acabar con la presencia de los hombres barbados. Como los enardecidos indígenas, armados sólo con garrotes y hondas, venían del norte, debían cruzar necesariamente el río Rímac, pero los españoles con sus armas impidieron este objetivo. Entonces, se apostaron en el cerro. La mañana del 14 de setiembre, día en que los españoles conmemoraban la fiesta de la Exaltación de la Cruz, los nativos se retiraron sin ninguna razón aparente. Los españoles atribuyeron este hecho a un milagro de San Cristóbal. Como homenaje y reconocimiento a la protección brindada, los españoles realizaron una romería hacia la cumbre del cerro, lo denominaron San Cristóbal y construyeron una capilla. Luego colocaron una enorme cruz de madera. De esta manera propiciaron en la población la costumbre de visitar la cumbre del cerro cada año. El terremoto de 1746 destruyó la capilla, pero esto no impidió que el pueblo continuara con su devoción.
Años más tarde, se construyó alrededor del cerro un camino en espiral para facilitar el ascenso, y se colocaron, cada cierto tramo, siete cruces, que servían de guía para saber la distancia por recorrer.
La cruz de madera, de aproximadamente 7 m. de alto estuvo instalada en la cumbre del cerro hasta mediados del siglo XIX. En 1869, el presidente José Balta realizó una serie de obras que embellecieron Lima y el distrito del Rímac. Decidió entonces cambiar la antigua cruz de madera por otra con estructuras de fierro. La obra fue muy celebrada por los limeños, pero sólo permaneció seis décadas, pues en 1928, el presidente Augusto B. Leguía, en una conversación con el sacerdote español Francisco Aramburú, párroco de la Iglesia y Convento de los Descalzos, se enteró de que su interlocutor había soñado que veía desde su celda a la cruz del San Cristóbal iluminada. Ordenó entonces el presidente la construcción de una cruz de 20 m. de alto, que tendría potentes focos para que, de noche, fuera visible desde cualquier punto de Lima. Fue inaugurada el 23 de diciembre de 1928.
El Monorriel del Cerro San Cristóbal
La pendiente de más de 400 m. del Cerro San Cristóbal eran en tiempos antiguos un esfuerzo considerable para los peregrinos. Durante siglos, muchos buscaron la manera de hacer menos sufrible la subida al mirador más alto de Lima.
A mediados del siglo XX, surgió el proyecto de instalar un funicular o sistema de monorriel. Un cable, sostenido por dos torres, permitía el ascenso de un portasillas de fierro, en el que cabían seis personas cómodamente sentadas.
Lamentablemente, el alto costo de su construcción y de su mantenimiento, sumados a la poca demanda del público hicieron que desapareciera. Sólo estuvo en funcionamiento tres años.
Convento de los Padres Franciscanos Descalzos
Ubicado al final de la Alameda de los Descalzos, su construcción se inició hacia 1592, por iniciativa del lego franciscano Fray Andrés Corzo, como casa de recolección, al pie del cerro San Cristóbal. En 1596 se construyó una capilla llamada Nuestra Señora de los Ángeles, hoy convertida en parroquia. Su primer guardián fue San Francisco Solano, en 1602. Fue reconstruida en 1748.
Las Rejas y Estatuas de la Alameda de los Descalzos
Durante las celebraciones de Fiestas Patrias, en el año de 1848, se reinauguró el Paseo de los Descalzos, construido por el Marqués de Montesclaros en 1611. Esa reinauguración la hizo el presidente Ramón Castilla. Las obras incluían la colocación de una reja perimétrica que era una verdadera obra de arte en la que intervinieron más de cuarenta herreros y artesanos hábiles en el manejo del fierro fundido y forjado. El resultado fue una extensa pieza de cientos de metros de fierro entrelazado, sólida y extensa, hecha a mano y a golpes de martillo. Los remaches sustituyeron a la soldadura que utilizamos hoy. Además de embellecer la Alameda, el cerco tenía como función proteger las hermosas esculturas de mármol de Carrara, hechas en Italia. Estas estatuas representan a los doce signos del Zodíaco. A lo largo de la Alameda se colocaron bancas y maceteros. A la entrada se colocó también una hermosa reja con columnas en las cuales se colocaron imágenes de mármol, semejando la entrada principal del Parque El Retiro, de Madrid.
Al final del paseo se colocó una hermosa fuente de bronce, que desapareció poco después, colocándose en su reemplazo una de cemento.
Convento de Nuestra Señora del Patrocinio
Inició su construcción el padre Francisco Villagómez, sacerdote limeño, como oratorio de San Felipe Nierin. Posteriormente fue casa de recogimiento para mujeres, con el actual nombre, y se levantó un templo a partir del 4 de agosto de 1688.
Fue reedificado en 1754 por Juan José de Aspur. En este lugar, el beato español Fray Juan Masías trabajó como portero y cuidando cerdos en los alrededores. Se conserva una silla de su propiedad a la que se atribuyen poderes milagrosos.
Se encuentra al lado derecho de la Alameda de los Descalzos, en donde destaca su fachada de estilo barroco.
Iglesia de Santa Liberata
Se construyó entre 1714 y 1716, por disposición del Virrey Fray Diego Ladrón de Guevara, a raíz de que allí se encontraron las hostias de un cáliz que el joven Fernando Hurtado de Quesada había robado de la Parroquia del Sagrario, de la Catedral de Lima, en 1711. Las obleas fueron encontradas por el niño esclavo Tomás de Moya y esto le valió su libertad. El altar se encuentra en el mismo lugar en donde se encontraron las hostias. En este templo se guardan las andas del Señor Crucificado del Rímac, patrono del distrito.
La iglesia está ubicada al lado izquierdo de la Alameda de los Descalzos, destacando su fachada en estilo lineal y su torre central.
Convento de Nuestra Señora de Copacabana
Empezó como una ermita en 1619, sin embargo, desde 1591, los indígenas del Rímac ya contaban con una imagen de esta Virgen cuya veneración empezó en el altiplano boliviano. El terremoto de 1687 destruyó la ermita, pero no dañó la imagen, por lo que posteriormente se levantó en el lugar el templo, con apoyo del Virrey Duque de la Palata.
En 1691 se construyó un beaterio anexo para mujeres indígenas nobles. Se encuentra en la cuadra 4 del Jirón Chiclayo.
Pampas de Amancaes
Una de las fiestas más grandes de Lima que impuso la Colonia en Lima fue la de San Juan, que se celebraba cada 24 de junio. Las Pampas de Amancaes, en el Rímac, eran el escenario natural más bello del valle porque a mitad de año lucían cubiertas por el color amarillo de la flor de Amancaes, que crecía de manera silvestre.
La población de Lima, de toda condición social, se volcaba a las pampas, participando en bailes a los que se llevaba todo tipo de comidas y bebidas. Hasta mediados del siglo XX se celebró esta fiesta en la capital. En los años de la República se organizaban concursos folklóricos, y las jaranas criollas eran interminables. El avance del urbanismo acabó con esta tradición.
El Viejo Puente de Palo
En los antiguos tiempos de la Colonia y hasta los primeros años de la República, en la primera cuadra del Jirón Rufino Torrico (antigua calle Arica) se extendía sobre el río Rímac un angosto puente con columnas y pilares de madera, que los limeños utilizaban para cruzar hacia el barrio de Malambo, ubicado en lo que hoy es la avenida Francisco Pizarro, pasando por la calle del Boquerón.
El puente fue trazado en forma diagonal para que pudiera resistir las fuertes correntadas del río. Fue escenario de innumerables anécotas. Desde allí los jóvenes palomillas se lanzaban a las aguas del Rímac, en competencias que muchas veces terminaban en hechos lamentables. Sus columnas también eran utilizadas por los camaroneros, que se aseguraban a ellas para sacar este marisco de las aguas.
Junto a la entrada del puente, en Arica, se encontraba la Estación de la Palma, del ferrocarril Lima – Ancón. Los pilares de fierro del puente de este ferrocarril servían de apoyo al Puente de Palo.
En ese lugar se encontraba el colegio Santo Tomás de Aquino y la Estación Principal de Energía Eléctrica que abastecía a los tranvías.
A media cuadra del Puente de Palo, en la calle Manito (primera cuadra de la actual avenida Tacna), se instalaban los circos y juegos mecánicos que llegaban a la ciudad.
El puente fue derribado para dar paso a la construcción del Puente Santa Rosa, inaugurado en 1960. Los pilares y columnas del viejo puente permanecieron hasta 1995, cuando fueron sacados en su totalidad.
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